Copa Davis
La histérica relación entre Argentina y la Copa Davis
La relación entre la Copa Davis y Argentina es, como mínimo, muy particular. Cuesta entender que nuestro país no haya ganado nunca la Ensaladera de Plata, que se disputa desde 1900. Hay que aclarar que Argentina jugó por primera vez en 1923, cuando Ronald Boyd, Carlos Camino, Guillermo Robson y Alfredo Villegas, capitaneados por Juan Gibson, fueron hasta Suiza y perdieron ante los locales 4 a 1.
Argentina disputó cuatro finales: 1981, 2006, 2008 y 2011. En todas, siempre pasaba algo que la impedía. Duelo que egos, internas entre jugadores y capitanes, palabras inadecuadas, malas decisiones y lesiones que impidieron que el tan preciada trofeo se quedara por un año en nuestro país. Sin lugar a dudas que este coronarse en este mundial por equipo de países es muy anhelado por los argentinos, es un los pocos que falta en la vitrina del deporte mundial del país.
Allá por los 80, el tenis era muy elitista, jugado por unos pocos, que realmente no despertaba la pasión y el interés del pueblo. Hasta que llegó el hombre de la vincha y la zurda biónica para reinventar el deporte blanco. Así, que de la mano de Guillermo Vilas y un José Luis Clerc admirable, Argentina pudo jugar la primera final de su historia en la Copa Davis allá por el año 1981. Fue en Cincinnati, ante Estados Unidos, liderados por el amado y odiado John McEnroe, número uno del mundo.
Vilas y Clerc eran, en ese momento, quinto y sexto en el ranking mundial. En la primera jornada, McEnroe había vencido a Vilas en tres sets y Clerc le había ganado a Roscoe Tanner, once del mundo en el momento, también en tres sets. De esta manera, y como suele pasar tantas veces, el dobles sería en punto clave de la serie. Willy y Batata jugaron un partidazo y llegaron a estar cerca de llevarse el encuentro, que finalmente perdieron, después de casi seis horas de juego, por 3-6, 6-4, 4-6, 6-4 y 9-11.
Los argentinos debían jugar dos partidos en uno, el primero contra la pareja más fuerte del momento, McEnroe-Peter Fleming y el otro contra sus egos que se enfrentaban cada vez más. A tal punto que durante esa serie final ante Estados Unidos, ambos jugadores no se dirigían la palabra. Increíble. Hoy llega a causar hasta gracia pensar que Vilas y Clerc, quienes, repito, no se hablaban, iban a jugar dobles y tratar de vencer a la tremenda dupla norteamericana, que venía teniendo una temporada impresionante al ganar juntos Wimbledon y el US Open.
El capitán de ese equipo, Carlos Junquet, recuerda ese momento: “Había una pelea en términos personales bastante serios. La Argentina se banca sólo una estrella. Se comenzaron a hablar recién en el segundo set. Después de perder el primero, les dije algo así como ‘o se ponen las pilas o directamente nos vamos’. Ahí empezaron a hablar un poco más”.
Recuerda Batata, en el libro La historia del tenis en la Argentina: “En el dobles jugamos excelente. Llegué a Cincinnati sin tener comunicación con Vilas; no nos dirigíamos la palabra por ciertos problemas entre nosotros, pero en ese punto nos apoyamos constantemente. Guillermo siempre necesitaba que el ambiente fuera silencioso por su gran concentración; cualquier movimiento o ruido lo distraía”.
Esto no era todo, sobre que ya tenían que luchar contra ellos mismo, los rivales encendían más la mecha: “Entonces McEnroe, cuando el partido estaba ahí, cerca para nosotros, comenzó a insultar a Vilas cuando sacaba. Como yo estaba en la red, lo escuché y le pregunté qué le pasaba. Se acercó y yo le quería romper la raqueta en la cabeza… Insultó a Vilas y luego se metió conmigo. Y yo, cuando perdía la cabeza, también insultaba. Entraron los capitanes y nos calmaron. En el siguiente cambio de lado lo esperé y cuando pasó, lo empujé…”, continuaba Clerc. Para jugar contra McEnroe había que tener mucho carácter, porque si no le ponías el freno te pisaba.
Como si fuera poco, hubo más dudas en el inicio del quinto set cuando entre el capitán y nuestros entrenadores discutieron quién tenía que sacar, si Vilas o yo. Finalmente el capitán dijo Vilas. “Si sacaba yo no te digo que lo íbamos a ganar, pero… En dobles, ¿quién saca primero? ¿El qué saca menos? No, el que mejor saca”, le confesó muchos años después el hoy comentarista de partidos de tenis por ESPN al periodista Sebastián Fest.
Ya en le tercera jornada de la serie, el sueño argentino terminó cuando Batata cayó ante Mc Enroe. Así, la primera chance argentina de alzar la ensaladera terminaba con gusto amargo. Los altos egos habían sido el principal rival. Deberían pasar 25 años para que nuestro tenis volviera a tener semejante oportunidad. En esa época, un tal David Nalbandian ni siquiera había nacido.
La segunda chance para Argentina de ganar la Copa Davis llegó en el 2006. En esa ocasión, sin tanta peleas de egos, pero con algunos chispazos internos, el equipo capitaneado por Luli Mancini y liderado por David Nalbandian tuvo que ir hasta Moscú para jugar ante Davydenko, Safin y compañía.
Clerc: “Con vilas no nos dirigíamos la palabra”
Al otro día, Mancini y Nalbandian salieron a dar una improvisada conferencia para tratar de aclarar que no había pasado nada extraño: “Anoche se salió a elucubrar sobre lo que hablamos con David en la cancha. Y nos sorprende mucho, porque la verdad que eso no hace más que crear una sensación mala para nosotros donde no la hay. La verdad es que estamos todos bien”, dijo Luli.En esa ocasión no había en el equipo dos estrellas de tanto peso como en el 81, pero igual en la previa a la serie hubo algunos problemas. En el segundo entrenamiento en tierras rusas, Mancini y Nalbandian tuvieron una discusión que fue presenciada por un grupo reducido de periodistas. Luli ya tenía decidido que Juan Ignacio Chela sería el segundo singlista, mientras que el cordobés quería que Agustín Calleri estuviera en ese lugar.
Luego, por la noche, cuenta el periodista Sebastian Fest, en su libro Enredados “fue notorio el mal ambiente entre los jugadores en una cena que había organizado el hijo del embajador ruso. Así se llegó al primer día de competencia. Con Diego Maradona en la tribuna sacado, gordo y exultante, Davydenko derrotó a Chela, pero Nalbandian le dio vida a Argentina al vencer a Safin.
En el dobles, Safin y Dimitri Tursunov jugaron un partido enorme y le ganaron fácil en sets corridos a Calleri y Nalbandian. Una vez más, el punto clave se perdía. Ya en la última jornada, Nalbandian, otra vez mostrando su estirpe copera, forzó el quinto punto al vencer a Davydenko. Sin embargo, en el punto decisivo, Acasuso no pudo con la potencia de Safin que lo superó en cuatro sets. Chucho jugó un gran partido y le dio pelea al ruso que tiró en la cancha toda su experiencia y talento.
Así, el equipo argentino perdía por segunda vez, segunda como visitante, la final de la Copa Davis. Esta vez, las internas jugaron su papel. Es inevitable pensar que situaciones de palabras cruzadas afectan a la cabeza del jugador, y por lo tanto al rendimiento. Está bien, son profesionales y esas cosas no le deberían afectar, pero son humanos, y los humanos tienen sentimientos. Quedaba una sensación flotando en el ambiente: cuando el sorteo fuese favorable y el equipo albiceleste pudiera definir una final como local, la historia sería diferente. Hubo que esperar dos años para saber qué tan diferente sería la historia. Lamentablemente, fue una historia impresentable.
La final de Copa Davis entre Argentina y España, disputada en Mar del Plata en el 2008, fue el ejemplo perfecto de cómo hacer todo mal por parte del país local.
El equipo argentino empezó a perder la final muchísimo antes de jugarla. En el preciso momento que venció a Rusia en semifinales y Del Potro tiró la desafortunada frase: “A Nadal le vamos a sacar los calzones del orto, estuvo todo mal barajado”.
Después, apareció la novela para elegir la sede de la final. El gobierno nacional no quería que se jugara en la Capital Federal para no darle crédito a Mauricio Macri, Nalbandian quería llevarse la serie a Córdoba, Córdoba tampoco podía ser porque gobernaba Juan Schiaretti, que había lobby acá, que se hacían negociados allá, que acá había más altura, que allá la pelotita picaba más. En fin, desapacible.
El Gobierno de la provincia de Buenos Aires, con Daniel Scioli a la cabeza y la banca de Cristina, ofreció siete millones de dólares para que la sede fuese Mar del Plata. Esa cifra coloca a Argentina, según el periodista Sebastian Fest, como un récord mundial en cuento dinero en finales de Copa Davis.
Y una vez que se determinó la sede, el asunto fue el dinero a repartir. Ahí empezaron las negociaciones entre los jugadores y los dirigentes para ver cuánto se llevaba cada uno. Cómo habrá sido de largo el asunto que la repartición de la torta, se terminó de decidir cuando los jugadores ya estaban en Mar del Plata, a días de empezar la serie ante España. Parece que todavía quedan dudas de que el amor por los colores tiene su precio.
Encima, Del Potro, quien venía en ascenso, clasificó al Masters de Shangai, lo jugó y llegó a Mar del Plata después que el resto, con un cansancio lógico, algo que cayó mal, sobre todo en Nalbandian. A todo eso, Nadal se bajaba de Shangai y también se bajaba de la finalísima. Chau, dijimos de este lado del mundo, sin Nadal, España no tiene chances. Éramos invencibles, la tan preciada Ensaladera estaba más cerca.
Mientras tanto, había que ver la superficie. En Copa Davis, el equipo local elige sobre qué cancha se juega. Ahí radica una de las tantas ventajas de jugar en casa. El piso del estadio Islas Malvinas fue pintado una vez. Pero los jugadores dijeron que estaba muy veloz. Lo volvieron a pintar. Pero quedó lento. Una nueva mano de pintura. Y así. Todo eso a días de la final.
El público argentino coparía el estadio, España llegaba sin su as de espadas, teníamos a Del Potro y Nalbandian. Al fin jugábamos de local. Nada podía salir mal. O sí.
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Marca: “Feliciano López le baja los humos y los calzones a Del Potro” |
En el primer día de competencia David Nalbandian se impuso a David Ferrer. Mar del Plata era la ciudad más feliz de todas. Pero en el segundo turno, Feliciano López sorprende a un errático Juan Martín Del Potro y lo vence en cuatro sets. ¿Nervios? ¿Presión? ¿Cansancio? “Feliciano López le baja los humos y los calzones a Del Potro”, tituló feliz, el diario Marca.
El sábado, los españoles, López y Fernando Verdasco le ganan en el dobles a Nalbandian y Agustín Calleri. Otra vez, como en el 81 y hace dos años, Argentina perdía el juego del sábado. Después de esa derrota, Nalbandian se fue al hotel y no asistió a la conferencia de prensa, obligatoria por reglamento. Fest recuerda en su libro Enredados que el diario Crónica tituló: “Trompadas en el vestuario argentino”, cosa que no pasó. Lo que sí sucedió, asegura el periodista, es que el cordobés, al escuchar la orden de Mancini de asistir a la conferencia le dijo, literalmente: “¿Por qué no te vas la concha de tu madre?”. Muchos esperaron la reacción de Mancini, pero Luli optó por el silencio. El desacato a Nalbandian le costó miles de dólares de multa.
Argentina, a esa altura, ya era un barco que se hundía. Encima, Del Potro tenía molestias físicas que no le permitían jugar el primer punto del domingo ante Verdasco. Y a la cancha lo mandaron al pobre de Acasuso, quien ya tenía el peso de perder el partido decisivo de la Davis en el 2006 ante Safin. Chucho hizo lo que pudo. Verdasco lo venció 6-3, 6-7 (3), 4-6, 6-3 y 6-1.
Lo que parecía imposible acaba de suceder. Argentina había sucumbido ante sus internas, sus egos, sus intereses y su codicia. España le había dado un baño de humildad histórica que jamás se olvidará. Luego de la derrota, Mancini reconocía: «Habrá que reflexionar sobre cómo mejorar como equipo. Todo lo que rodeó esta serie complicó las cosas. Creo que es hora de hablar de tenis, no de dinero o de sede, porque en esta serie todo se politizó y eso nos hizo perder un poco el foco». Nuevamente pasaba algo que lo impedía.
Pasaron tres años. El destino volvió a poner cara a cara a argentinos y españoles. Ahora, el desafío es en tierras europeas. En el último tiempo, sobre todo después de la serie semifinal ante Serbia, da la sensación de que Nalbandian y Del Potro han puesto por encima de sus nombres y sus bolsillos el objetivo en común: ganar de una buena vez esa histérica Ensaladera de Plata.
Del Potro tuvo un extraordinario 2011 que le valió ganar el premio al Mejor Regreso del Año ATP ya que empezó 258° por su 2010 lleno de lesiones, y terminó 11° con dos títulos.La corta historia de Delpo en Copa Davis lo tenía 9-2, hasta el momento. Por ranking el segundo singlista debiera ser David Nalbandian, pero los problemas físicos a la cadera del cordobés, que no la han dejado jugar con regularidad en las últimas temporadas, hizo que Tito Vásquez, capitán del momento, optara por guardarlo el primer día y dejarlo para el dobles haciendo dupla con Eduardo Schwank, y luego para un eventual quinto punto decisivo con Ferrer.
Así la presión de enfrentar a Nadal el primer día recae en Juan Mónaco. Argentina arrancaba perdiendo las dos singles, Nadal derrotaba a su amigo Mónaco, y Ferrer le ganaba un partido de novela a Del Potro levantando dos sets abajo. Pero a diferencia de las otras tres finales, el sábado se ganaba en dobles. Al día siguiente, Nadal, número dos del mundo en ese entonces, cerraría la serie final venciendo a la Torre de Tandil en cuatro sets.
Esta vez con un Del Potro más maduro, pero sin nadie que lo acompañe. Nalbandian lesionado cerca del fin de su carrera, que no estaba en condiciones para jugar singles. Un Mónaco irregular a quien la presión en partidos como estos siente mucho. Siempre pasa algo…
Da la sensación de que siempre le falta cinco para el peso al tenis argentino. En esas cuatro finales los tenistas fueron excelentes, top ten todos, y lo que no, cuando jugaban estos tipos de partidos parecían serlo, pero la dirigencia no ayudaba. Tomaba malas decisiones, lo politizaba y perdía el foco en lo que realmente se jugaba: una final de Copa Davis. Hoy, pasa lo contrario. Argentina no tiene jugadores que le puedan jugar de igual a igual a Federer-Wawrinka, Murray-Murray, ni siquiera a Darcis-Bemelmans, pero si tiene una dirigencia que empieza a hacer cosas buenas. Falta ese jugador que se ponga la gorra de policía y le ponga el pecho a la balas. Lo intenta Mayer, pero sabemos que muy lejos está de serlo. Hay muchos rumores de que una nueva camada de jugadores se viene, será cuestión de cruzar los dedos y de creer que si hay una quinta, será la vencida.
Nicolás Gómez (@nicogomez1994)

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