Alcaraz remonta a Sinner en una histórica final de Roland Garros

Foto: ATP Tour

El Abierto de Francia 2025 comenzó con un momento inolvidable. Novak Djokovic, Roger Federer y Andy Murray se juntaron en pista por última vez para homenajear a Rafael Nadal, quien gozó de una emotiva ceremonia de despedida tras un agridulce retiro en 2024 marcado entre lesiones e incertidumbre. La icónica postal del abrazo entre los protagonistas de, para muchos, la mejor época de la historia del tenis, significó también el fin de este deporte tal como lo conocemos. Salvo Djokovic, todos los miembros del Big 4 se han retirado, y con ellos el amor de muchos aficionados hacia el tenis. Así, en un contexto de pena y añoranza, no existía mejor redención de la que nos ofrecieron Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en la gran final del torneo para invitarnos a cerrar un enorme vacío con aceptación y a soñar con un futuro prometedor.

Había una expectativa sin igual por la definición de Roland Garros entre los dos mejores jugadores del mundo. Por un lado, Jannik Sinner, amplio dominador del circuito durante el último año y medio, llegaba a la final sin ceder sets y superando a una gran versión de Novak Djokovic en semifinales; por el otro, Carlos Alcaraz, su gran rival y apuntado como el único hombre capaz de vencerlo, había mostrado un juego igual de explosivo pero menos consistente. Así, la duda por saber si Sinner finalmente vencería al español tras cuatro encuentros sin lograrlo, estaba en vigor.

No pudo empezar mejor el partido el italiano, quien impuso condiciones desde el inicio para adueñarse del primer set tras salvar múltiples bolas de break. Durante el segundo parcial, Sinner parecía demostrar su superioridad con holgura como durante todo el torneo, pero una desconexión le hizo ceder el saque y forzar el tiebreak, donde de todas formas fue más que Carlos para encaminarse hacia el trofeo con dos sets a cero.

Apenas comenzar el tercer set un quiebre de Sinner en el primer juego al servicio de Alcaraz hizo suponer que la gran final sería un trámite en sets corridos para el italiano. Pero nunca se puede descartar a Carlos sin esperar la lucha. Desde el box del español se escuchó la indicación de «aguantar el momento», en clara referencia a lo cuesta arriba de la situación que afrontaba el tenista murciano. Así, sin nunca dejar de darse ánimos, se aferró al marcador a esperar su oportunidad, la cual finalmente llegó cuando sacó Sinner para igualar a cinco games por lado. Alcaraz canjeó el tercer set point que dispuso y alargó la definición a un cuarto parcial para el delirio del público.

Allí, ambos jugadores se mantuvieron nivelados durante los primeros juegos pero fue Sinner quien logró el primer quiebre del cuarto set para lograr una ventaja inconmensurable pensando en el título. Con el marcador 5-3 arriba y al resto, el italiano aprovechó la situación para presionar el saque de Alcaraz, colocándose 0-40 con triple match point a favor. A partir de ahí, tres errores no forzados de Sinner (dos bolas largas y una a la red) denotaron unos nervios que el italiano no había mostrado en todo el año. Tras salvar tres puntos de campeonato, apretar el puño y mirar a su entrenador Ferrero con una confianza desmedida para la situación, muchos pensaron pero no se atrevieron a decir lo que estaba por venir. Un posterior quiebre a Sinner le dio la determinación necesaria a Carlos para llevarse un tiebreak crucial y mandar la gran final a un quinto set.

Tras quebrar en el primer juego del quinto set, la remontada de Alcaraz era ya una realidad latente, pero no iba a ser tan fácil de concretar. Sinner luchó e igualó las acciones, incluso tuvo la oportunidad de presionar nuevamente el último juego al saque del español, quien nuevamente salió de un momento complicado con valentía para forzar un desempate, donde toda la igualdad que reinó durante el partido por más de 5 horas y 30 minutos de juego se esfumó. Allí, en el momento más importante, Alcaraz fue ampliamente superior, como en todos los puntos que podrán contar igual, pero no valen lo mismo. El español se impuso por 10-2 y obtuvo su quinto título de Grand Slam con un Roland Garros que tendrá por siempre un sello especial; el del tan ansiado relevo generacional, y el de unos de los mejores partidos de la historia, o los dos.