Foto: Ketk.com
El Masters 1000 de Roma llegó a su fin, cerrando así un par de semanas para el recuerdo con un torneo lleno de sorpresas y grandes emociones, sobre todo para este lado del planeta. Un par de semanas que Chile que nunca olvidará, gracias a sus representantes Alejandro Tabilo y Nicolás Jarry, quienes, desafiando a la lógica y a sus propios límites, se marcaron el mejor torneo de sus carreras y quedaron muy cerca de ganarlo todo. Finalmente fue el alemán Alexander Zverev quien puso fin al sueño de los chilenos en las dos últimas rondas para alzarse con el título, pero lo conseguido por ‘Ale’ y ‘Nico’ quedará marcado en la historia del tenis de su país con letras mayúsculas.
Ante la baja de Jannik Sinner y Carlos Alcaraz, los ojos estaban puestos en Novak Djokovic, quien pese a afrontar un año difícil, era el tenista con más jerarquía presente en el cuadro, con el permiso de un ‘Rafa’ Nadal que -tal como él mismo dice- hoy no está para disputar grandes títulos. Como hemos visto innumerables veces, más de 425 semanas como número uno del mundo y 24 Grand Slams suelen ser demasiado para la gran mayoría de oponentes del serbio, más allá del nivel en el que se encuentre.
Así las cosas, Djokovic llegó preparado a una cita rutinaria de tercera ronda frente a Alejandro Tabilo, quien llegaba al torneo con buenas sensaciones tras ganar el Challenger de Aix-En-Provence, pero la rutina, ante la sorpresa de todo el público, fue para el chileno. Una hora y seis minutos de encuentro se demoró ‘Ale’ en deshacerse del tenista más ganador de todos los tiempos, visiblemente descoordinado y sin ninguna respuesta ante el juego pletórico desplegado por Tabilo.
Unas declaraciones posteriores del serbio vinculando su derrota con el incidente que sufrió cuando firmaba autógrafos al recibir el impacto de un botellazo que se desprendió de la mochila de un aficionado hicieron pensar a unos pocos que la victoria de Tabilo se debía a la suerte, pero nada más alejado de la realidad. Dos triunfos en sets corridos frente a Karen Khachanov y Zhizhen Zhang colocaron a Alejandro en las semifinales de un M1000 por primera vez en su carrera, convirtiéndose así en el primer chileno en conseguirlo desde Fernando González en 2009.
Después de quince años de espera, el siguiente en la lista demoraría apenas un día. Nicolás Jarry se sumó a la fiesta tras eliminar a Stefanos Tsitsipas para también clasificar a semifinales y desatar la locura en Chile. El Masters 1000 de Roma contaba con dos de los suyos y el anhelo de ver a un compatriota campeón de un torneo de esta categoría por primera vez desde el ‘Chino’ Ríos estaba más latente que nunca. Alexander Zverev y Tommy Paul eran los dos últimos hombres a vencer antes de una inédita final chilena.
Primero salió a la cancha Alejandro Tabilo, probablemente quien más difícil la tenía ante un jugador ya consagrado en la élite del tenis como el Zverev. No obstante, por gran parte del partido quien parecía tener más jerarquía era el chileno. Apenas media hora demoró en tomar el primer set cediendo tan sólo un game, pero el alemán resistió con fiereza en la cancha para forzar un tiebreak que terminó llevándose y así consumar la remontada en un tercer set en el que jugó a placer. Con un marcador de 1-6 7-6 6-2 Zverev despidió a Tabilo y esperaba rival en la final.
Fue una derrota dolorosa, pero no había tiempo para lamentos. Nicolás Jarry disputaba en segundo turno sus opciones frente al estadounidense Tommy Paul, campeón de Roland Garros en su etapa junior. Dictando con su típico juego ofensivo, ‘Nico’ sobrepasó al de New Jersey de manera clara en el primer set e incluso se colocó quiebre arriba en el segundo. No obstante, Paul reaccionó y forzó un tiebreak, el cual ganó para mandar la definición a un tercer parcial. La historia parecía repetirse, las mieles del triunfo parecían acabarse cuando más dulces estaban, pero Jarry no podía permitirlo. No quería irse así. Un hombre que vio su ranking desaparecer de un día para otro y tuvo comenzar su carrera de cero nuevamente está listo para afrontar cualquier obstáculo. Así lo demostró ‘Nico’, quien con un resultado de 6-3 6-7 6-3 eliminaba al norteamericano para regalarse el partido más importante de su vida en la gran final de Roma.
Alexander Zverev y Nicolás Jarry se citaron así en la última función del Foro Itálico, quizás no eran los nombres que la mayoría de aficionados esperaba al comienzo del torneo, pero eran quienes más lo merecían por lo demostrado en la semana. Cada uno contaba con una emocionante trayectoria previa a la gran definición. La de Jarry era más evidente, significaba la primera vez que se instalaba en una instancia tan importante, con los sentimientos que ello conlleva: levantar un Masters 1000 para cualquier tenista representa la oportunidad de anotar su nombre con letras doradas en la historia del deporte.
Su rival de turno, es verdad, portador de un historial más exitoso y reconocido que el suyo, tampoco había atravesado un camino de rosas hasta llegar acá. Un jugador obligado a convivir con la presión, interna y externa, de quien es llamado a dominar la cima del tenis desde antes de cumplir la mayoría de edad, debe poseer una fortaleza mental admirable. Zverev, es, a pesar de lo que muchos puedan opinar, es reflejo de eso. Múltiples Masters 1000, Torneos de Maestros y un Oro Olímpico parecieran conformar un palmarés irrefutable, pero no para los más críticos del alemán, quienes no demoran en señalar la falta de triunfos en Grand Slam ante cualquier éxito de ‘Sascha’.
A sus 27 años, ese fantasma aún gira alrededor del alemán. Es, de forma evidente, la pieza faltante para completar una carrera de época, ampliamente subestimada ante sus oportunidades perdidas. Un estrepitoso derrumbe emocional en la final del US Open del 2020 frente a Dominic Thiem que significó la remontada del austriaco y el único Grand Slam de su carrera es, para muchos, la más notable. Para otros, son esas semifinales de Roland Garros en 2022 frente a Rafael Nadal cuando ‘Sascha’ resbaló y se rompió el tobillo con el marcador 7-6 6-5 en más de 3 horas y media de lucha ante el mejor de todos.
Lo cierto es que desde entonces Zverev fue perdiendo protagonismo paulatinamente en el circuito. Su para por lesión coincidió con la explosión de Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, los nuevos ‘jóvenes maravilla’ del circuito, quienes hoy cumplen el rol que Zverev alguna vez tuvo, pero que sí consiguieron lo que el alemán nunca pudo: el tan ansiado Grand Slam. En la final de Roma frente a ‘Nico’ Jarry, Zverev buscaba un título grande después de casi tres años, pero quizás con más importancia que la del trofeo, una reivindicación, un golpe sobre la mesa para avisar que sigue acá, con nosotros, dispuesto a todo.
Así las cosas, alemán y chileno se plantaron en la final con sus propias convicciones y presiones. Cada uno con un motivo diferente que hacían este encuentro decisivo como el más importante que iban a disputar en mucho tiempo. En un escenario de tal magnitud, era el alemán quien contaba con más experiencia, y así lo demostró.
Con un dominio impactante al servicio, Zverev tomó la delantera aprovechando los titubeos del chileno en un partido en el cual Jarry siempre tuvo que remar desde atrás. Si bien lo intentó y opuso resistencia, no fue suficiente para incomodar en algún momento al alemán, quien perdió cinco puntos al servicio en todo el encuentro. El marcador final fue de 6-4 7-5 para Zverev, quien obtuvo su primer Masters 1000 desde Cincinnati 2021, una categoría en la cual Jarry tendría que esperar para gritar campeón, pero en la que “tendrá otra chance”, como le aseguró su vencedor terminado el encuentro.
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