La primer semifinal de Roland Garros no quedó a deber absolutamente nada. Stan Wawrinka y Andy Murray firmaron un partidazo inolvidable que terminó definiendo al primer finalista del certamen.
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Los preclasificados número 1 y 3 no podían entregar otra cosa que no fuera una alta exhibición de tenis. Wawrinka y Murray iniciaron el partido con una serie de quiebres que ya anunciaban el gran enfrentamiento que estaba por venir. El primer parcial tuvo que definirse en un tie-break y los errores del suizo pesaron; el británico lo aprovechó y dio el primer golpe con un 7-6(6).
Wawrinka empezó a dejar los errores de lado y comenzó a ser más agresivo, sobre todo en la devolución. Logró otro quiebre pero esta vez jugó mejor con el servicio. Comenzaron a aparecer los tiros ganadores del suizo y el partido terminó por igualarse. Stan ganó el segundo parcial por 6-3.
El suizo continuó dominando al principio del tercer set. Se colocó 3-0 arriba pero Murray comenzó a despertar y Wawrinka comenzó a fallar. Sir Andy realizó una remontada admirable en el tercer parcial y lo terminó ganando 7-5 para colocarse a un set de distancia de su segunda final consecutiva de Roland Garros.
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Para Wawrinka todo era cuesta arriba pero entendió lo que tenía que hacer. Volvió a comprometerse con su servicio y empezó a encontrar la línea de fondo y las laterales. Un nuevo tie-break apareció pero el suizo dominó de principio a fin. El partido pedía a gritos un quinto set y Stan The Man se encargó de llevarlo a esa instancia. 7-6(3) en el cuarto parcial para aumentar el drama en la Philippe Chatrier.
Stanimal se adueñó por completo del quinto parcial y llegó sin escalas a sacar 5-0 para partido. La garra de Murray solo se hizo presente para evitar el 6-0 y quebró. No obstante, Wawrinka volvió a ser superior en la devolución y selló su pase a la final con un 6-1 definitivo.
Invicto en finales de Grand Slams, Stan Wawrinka buscará conseguir su segundo Roland Garros. El suizo llegará con la motivación de saber que tiene la capacidad de vencer a un número uno del mundo, y de que ya conoce la gloria en la arcilla de la Philippe Chatrier.