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Roland Garros

París sigue siendo de Nadal

El español vuelve a reinar en Roland Garros con su título número once.

FOTO: FFT

De los tantos romances que se han protagonizado en París, el de Rafael Nadal con Roland Garros debe ser el más puro y verdadero. El español vuelve a conquistar la capital francesa en lo que significa su título número 17 de Grand Slam y el 11 sobre la tierra batida francesa. El único jugador capaz de superar las hazañas del balear parece ser él mismo.

Nadal inició ganando seis puntos de manera consecutiva, lo que se tradujo en una ventaja tempranera de 2-0. Thiem se hizo presente en el marcador y minutos más tarde igualó las acciones, recuperando el quiebre e igualando las acciones. Así se mantuvo el primer parcial hasta el décimo juego; la paridad se trasladaba a los intercambios que había en la pista, donde un error no forzado o un golpe ganador terminaban por definir el punto.

Cuando el austríaco servía para seguir con vida en el primer set, la constancia que venía presentando de manera regular en el parcial lo abandonó. Cuatro errores no forzados de manera consecutiva desencadenaron tres oportunidades de quiebre y el primer parcial para el español. Un 6-4 que también traducía lo parejo que resultaba el partido hasta el momento, pero que al final de cuentas demostraba quién se había mostrado más sereno, menos revolucionado y más enfocado.

La segunda manga inició igual que la primera, con Rafael quebrando el servicio de Dominic, con la diferencia de que esta vez el de Manacor no perdería la ventaja. Un 3-0 después se convirtió en 4-1, después en 5-2 y finalmente en 6-3, lo que colocó a Nadal a un solo paso de un nuevo triunfo histórico. La desesperación de Thiem se podía observar con los constantes gritos hacia la gente que lo acompañaba, tratando de buscarle una explicación a los embates de su rival.

La realidad es que nadie se termina de explicar el dominio abrumador del español sobre la arcilla parisina. Los reclamos del austríaco no obtenían respuesta, al menos no una sensata. Por otro lado, Nadal no se cuestionaba muchas cosas, y si lo hacía, no lo externaba. Había mucha tranquilidad y serenidad del lado del español, incluso cuando éste cometía algunos errores no forzados o no lograba meter el primer servicio.

La historia del tercer parcial no fue muy diferente. Dentro de los pocos cambios, Thiem logró iniciar sosteniendo el servicio, pero solo podría hacerlo durante una ocasión más en el resto del set. Rafa quebró para empezar a liderar con un 3-1 ante lo que parecía ser la resignación de su rival. El único momento de pánico en la esquina del español fue cuando el balear comenzó a sufrir calambres en su mano izquierda; la problemática no duró mucho tiempo, y tampoco pareció afectar el juego del ahora campeón.

Cuando Nadal sacó para campeonato, desperdició los cuatro primeros puntos para campeonato. Como no hay quinto malo, ahí fue cuando Rafael aseguró otra Copa de los Mosqueteros. Volvió a realizar lo increíble, superarse a él mismo en el mayor ejemplo de dominación en el tenis: su desempeño en Roland Garros. El himno de España volvió a escucharse y el de Manacor alzó el trofeo una vez más, una imagen más que establecida en la historia del deporte, que hace un buen tiempo que ya es habitual.

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