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A pesar de haber llegado al encuentro decisivo por el título del Abierto de Australia sin ceder sets, Rafael Nadal, número dos del ranking de la ATP, sucumbió este domingo en tres parciales ante el serbio Novak Djokovic. En la conferencia de prensa posterior a la derrota, el mallorquín reconoció que exhibió un juego de alto voltaje y ofensivo a lo largo de las dos semanas de competencia, pero remarcó que en la final no contó desde el arranque, ni supo encontrar durante las dos horas y seis minutos que duró el partido, el plus que requería para superar a su adversario.
«Cuando él (Djokovic) juega así, es difícil para todos ganarle. Necesitaba algo extra ésta noche para hacerlo, pero no lo tuve. No estaba listo para jugar a su nivel, aunque creo que puedo estarlo. Necesito tiempo y trabajo para llegar a ese punto», admitió Nadal, que por primera vez en su carrera perdió una final de Grand Slam en sets corridos.
Si bien el balear remarcó que el belgradense se desplazó de manera increíble en la cancha, y que los 28 errores no forzados con los que terminó el duelo fueron consecuencia del empuje que le imprimía a sus tiros para incomodar a su rival, paralelamente sostuvo que la derrota no debe catalogarse como una paliza: «Estaba mucho mejor que yo, pero así es el deporte». No obstante, aseguró que el no haber desplegado la mismo rendimiento que demostró en las rondas anteriores fue una consecuencia directa del nivel superlativo ejecutado por el actual líder del escalafón.
Haber alcanzado la final del Australian Open, tras un periodo de inactividad de cinco meses (no disputaba un encuentro desde su retiro en las semifinales del US Open 2018) ocasionado por un breve paso por el quirófano y por la rehabilitación de diversas dolencias físicas, evidencia un buen inicio de temporada para Nadal, quien confirmó su presencia para el ATP 500 de Acapulco, México, y señaló que su objetivo es no padecer dentro de la cancha: «Mi prioridad es ser feliz, y para serlo tengo que estar sano».