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Clases de tenis a los refugiados en Atenas

Un día como cualquier otro, mirando las redes sociales, vi una publicación de Xavi Budó (entrenador de Carla Suárez y Paula Badosa) que mencionaba a Álvaro Rama, periodista madrileño, que se encontraba en Atenas haciendo de voluntaria en un campo de Refugiados.

Refugiados llegan a Atenas. Foto: Internet

Refugiados llegan a Atenas. Foto: Internet

Esto de inmediato llamó mi atención, porque precisamente el tema de que tanta gente sea desplazada violentamente de sus casas es algo que me conmueve e indigna. Rápidamente me puse en contacto con Álvaro, quien me informó detalladamente de lo que hacía, cual era la situación allí y eso me empujó a tomar una rápida decisión. Tenía 5 días libres al terminar la Escuela de Tenis de mi club y me puse manos a la obra.

Solicité permiso para ausentarme del club esos días, hablé con una amiga de una agencia de viajes y preparé material que tengo en mi casa (producto de donaciones) para llevarme al viaje.

¡Hecho! En solo 3 días había organizado todo.Viaje hacia Atenas del 22 al 25 de Junio. Esta vez solo, sin mi compañero de ruta Abel Rincón o de mi amigo Freddy Santos, que me acompañó a Uganda el año pasado.

Foto: Martin Rocca

Foto: Martin Rocca

Apenas llegué a la ciudad, dejé mi equipaje en el hotel y me fui a la zona de Eliniko, al viejo aeropuerto de la capital griega donde residen 800 refugiados afganos. En ese lugar, hay un sinfín de instalaciones deportivas creadas para los Juegos Olímpicos del 2004 que lamentablemente ya no albergan atletas ni competiciones. Detrás del aeropuerto abandonado se encuentran el estadio de Beisbol y el de Hockey hierba utilizados en los Juegos, que hoy sirven de residencia para 1500 y 2000 afganos respectivamente.

La imagen por si sola es desoladora. Gente viviendo en carpas, sin lugar para lavarse las manos o ducharse, con un puñado de baños portátiles que cada dos semanas (con suerte) son higienizados, sin actividad concreta, esperanzados en acceder a un certificado de asilo que, como mínimo, demorará un año y que no es seguro que se le otorgue a todos ellos. Viendo esta situación me contacté con la encargada de las ONG que gestionan el reparto de comida y asistencia en el campo. Le dije que venia voluntariamente y quería enseñar Tenis a los niños y luego dejar el material allí. Me lo agradeció pero me dijo que allí solo podía haber actividades programadas por el Ministerio y que sin permiso no podría hacer nada.

Foto: Martin Rocca

Foto: Martin Rocca

De ninguna manera iba a estar allí sin poder hacer lo que me había propuesto. Al día siguiente volví cargado de todo el material: Raquetas, dos mini-redes, pelotas de minitenis y me puse en marcha. Me ubiqué en un parking vacío detrás de un bar del aeropuerto que ahora era vivienda de muchas familias. En cuanto comencé a armar las redes, se empezaron a acercar a mi varios niños. Les pedí que me ayudaran, de inmediato todos estaban colaborando para montar las pistas de tenis. Comencé a darles raquetas y enseñarles a utilizarlas. En 20 minutos tenía unos 15 chicos rodeándome y jugando al tenis por primera vez en sus vidas.

Lo que más me cautivó en un primer momento fue el orden que tenían. Jugaban con una gran sonrisa, pero cuando paraban, dejaban la raqueta y la pelota dentro de mi mochila. Nadie las dejaba tiradas o se apropiaba de ellas.

Comenzaron a aparecer adultos, también se sumaron a practicar, se notaba que jamás habían tomado contacto con una raqueta. Uno de ellos golpeó la pelota tan fuerte que cayó sobre el techo del viejo bar. Media hora después, sin escaleras a la vista, el hombre volvió con la pelota en mano. Me la devolvió y me pidió perdón. Esto, sumado a la familia que vi comer debajo de la sombra de un árbol para repararse de los 35 grados que cuando terminaron, el padre se quedó levantando los pocos papeles que habían dejado hasta tirarlos a una cesta de basura cercana, me demostró que no importa cuanto dinero tengas o cual sea tu status social, la dignidad se lleva bien adentro.

Foto: Martin Rocca

Foto: Martin Rocca

Esta gente sufrió lo que no nos imaginamos. Las historias personales son desgarradoras y crueles. Los han bombardeado, han asesinado a familiares y amigos, los han separado de sus hogares y ya no los podrán recuperar, aún así, son capaces de sonreír cuando juegan o agradecerte que les regales una muñequera. O pedirte que vuelvas otro día a jugar con ellos. Una experiencia inolvidable. Muy dura y enriquecedora.

Me gustaría destacar la figura de los voluntarios: vi mucha gente que se entregaba de lleno a su tarea, ya fuera repartir comida, enseñar idiomas a los niños o crear manualidades. Gente que no pide nada a cambio, que soporta también el calor para que los refugiados tengan, dentro de lo que cabe, una estancia mejor.

El video del viaje:

Nuestro trabajo se puede seguir en las redes sociales:
Instagram: @tennisaid1 @abelrinconv @maladjusted10
Twitter: @TennisAid1 @abelrinconv @10martinrocca
Facebook page: TennisAid.

 

Director de Todo Sobre Tenis desde el año 2012. Periodista deportivo.

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